Por. Marcelo R. Ricciardulli

Tan solo una semana atrás, junto con un colega, estábamos lamentándonos por las dramáticas consecuencias que tendría en las lineas aereas la fuerte desaceleración en la demanda de pasajeros y la posterior suspensión masiva de los vuelos por parte de los Estados, a fin de evitar la propagación de este virus que ya no quiero ni nombrar.

Pero analizando entre lineas, también llegamos a la conclusión de que las grandes crisis históricamente han justificado el salto de ciertas reglas, o la escritura de otras nuevas, con el objetivo de contener un mal mayor.

En este contexto, entendimos que esta crisis seria la oportunidad perfecta para que Alitalia encuentre una salida que no se estaba logrando en circunstancias normales.

Entre los sindicatos presionando para que no haya despidos, la unión europea no permitiendo libremente la intervención del Estado italiano en el capital de la aerolínea y, por último, pero no menos importante, la ausencia concreta de interesados en invertir en Alitalia, la aerolínea de bandera se dirigía a un abismo muy difícil de revertir.

Una semana después, nuestra intuición se confirmó. Según una publicación del periódico italiano Corriere Della Sera, del día de hoy, se ha dado “luz verde para el establecimiento de una nueva empresa totalmente controlada por el Ministerio de Economía y Finanzas para Alitalia”

En buen español, esto significa que la compañía de bandera será nacionalizada nuevamente. El gobierno también establece un fondo de 600 millones de euros para hacer frente al daño sufrido por el sector de la aviación ante la emergencia del coronavirus.

Según el Maxi-decreto “Cura Italia” en su artículo 76 autoriza “el establecimiento de una nueva empresa totalmente controlada por el Ministerio de Economía y Finanzas o controlada por una empresa con participación predominantemente pública, incluso indirectamente”.

Si bien esta es una oportunidad para la resurrección de Alitalia, a mi parecer sería injusto hacer un juicio de valor negativo sobre este rescate en este momento y en estas circunstancias. La IATA como organismo, así como la gran mayoría de las aerolíneas, también están ejerciendo mucha presión sobre los Estados para que acudan a su rescate y así ayudarlos a evitar la quiebra. La aviación comercial en su conjunto es un servicio estratégico para la integración y el desarrollo. La quiebra o desaparición de las lineas no solo las perjudica a ellas como empresas, sino que perjudica principalmente a las comunidades que se sirven de este sistema de transporte. Por tanto, más allá de discutir puntualmente si está bien que se utilice el dinero de los contribuyentes para asistir al sector, las circunstancias llaman a hacer el esfuerzo que sea necesario para apuntalar a la industria aerocomercial.

Claro que ahora se mezcla todo. Pero en rigor de verdad, no podemos omitir mencionar que, a diferencia de la gran mayoría de estas lineas que están solicitando asistencia, Alitalia es una línea que ya estaba técnicamente quebrada y viene de un proceso de “Administración Extraordinaria” desde mayo de 2017.

Si bien este es un alivio, de ahora en mas la nueva conducción de Alitalia deberá trabajar en un plan estratégico sostenible en el tiempo, en el cual se replantee seriamente la correcta y eficiente restructuración de sus unidades de negocio, un plan de renovación de flota y redefinición de destinos, entre otras cosas. Por lo pronto, todo parece indicar que, ni bien pase la crisis del Coronavirus, tendremos Alitalia por algunos años más.

Air Cargo Latin America

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